" Militante es aquel que intenta transformar el mundo con su ejemplo; sabe que decir lo que se piensa y hacer lo que dice es el arte mayor de una noble práctica política.
Su proceder está guiado por un precepto evangélico: luchar por la igualdad entre todos los seres humanos.
Su enorme tarea se inscribe en un paradigma fraterno: “ningún ciudadano se realiza en una Nación que no se realiza”.
La cultura de la solidaridad y el trabajo le marcan el norte de las utopías revolucionarias. Arrastrando este sublime bagaje, caerá mil veces; encontrará energía en el servicio a sus semejantes y mil veces se levantará."
"El Militante" por Ernestro Jauretche. Fragmento.
“Vengo a proponerles un sueño, el de volver a tener una Argentina con todos y para todos”, fueron las palabras que, como a mí, hicieron partir en dos la cabeza de muchos jóvenes desentendidos de la política como una herramienta de transformación. Parecen palabras pronunciadas hace tanto tiempo. Sin embargo fue hace apenas 13 años. ¡Y vaya que cambió el escenario en 13 años! Miles de trabajadores postergados volvieron a ser visibilizados por el Estado, otros miles de jubilados volvieron a creer en nuestro sistema previsional, jóvenes con más y mejor futuro, un país prácticamente reconstruido sobre sus propios cimientos.
¿Porqué traer a colación el fragmento del discurso presidencial pronunciado en 2003 por el entonces recién electo presidente Néstor Kirchner?Es necesario detenerse en algo en particular. En la idea de “sueño”. Ese lugar donde solemos descansar nuestro inconsciente. Esa especie de refugio donde todo parece accesible.
Donde todo se puede realizar. Al igual que miles de compañeros a lo largo y ancho del país, me sumé a ese sueño colectivo de inclusión y justicia social a muy temprana edad, a los 17 años para ser exacto. Recuerdo muy bien la primera vez que le comenté a mi familia que quería militar. Recuerdo la preocupación de mi madre, las anécdotas de mi padre (nunca faltan) y el asombro de la mayoría. No podían explicarse cómo un joven de tan corta calle podía “perder el tiempo” con cosas que ellos, en su insana enajenación cultural, creían absurdas,sin sentido. Pero ahí estaba yo, con cientos de compañeros que sentían lo mismo, que tenían el mismo sueño en los ojos. Compañeros que hasta el día de hoy, son mi familia.
Escribo ésto desde la total tristeza. Prácticamente como un “acto reflejo”, un método de defensa. Cansado de culpar a la batalla comunicacional por las cosas que hasta, en muchos casos, nosotros mismos no podemos responder. No podemos analizar. Y no hablo de los problemas políticos por los que atraviesa nuestro movimiento, de ninguna manera. No pienso gastar tiempo ni energíasni por un momento. Nuestro pueblo tiene hambre, los pibes tienen frío, y no hay análisis que valga sobre traidores, fulanos y menganos. Hablo de aquello que nos hizo especiales por un momento. Algo que nos enamoró, nos interpeló y nos sacudió como generación. Ese Sueño del que poco a poco, entre un ribete y otro, nos fuimos olvidando.
Las lágrimas ahogan cuando quien las derrama es nuestro pueblo. Y lo único con lo que contamos para secarlas es esa herramienta que nos permite soñar... la política. Hoy pareciera que son ellos ¬quienes quieren destruirla, bastardearla, banalizarla¬ los que comprenden, mejor que nosotros, que la clave está ahí, nuevamente en la política. No les alcanza con destrozar un proyecto político o un dirigente, y lo saben a laperfección. Ojalá solo fuera eso, sería mucho más simple si la solución a los problemas de nuestro pueblo pasaran solo por ver a una persona tras las rejas. Lo hacen porque entienden que detrás de ese proyecto político vienen miles y miles de jóvenes que interpretan ese proyecto como un proyecto de vida, un proyecto de país. Saben que más allá de todo lo que se hizo en 12 años en materia de crecimiento social, económico y político, el mayor legado del kirchnerismo es dejar una generación comprometida con su entorno, movilizada por los problemas de su época y ,sobre todo, organizada bajo consignas políticas. Algo que le pega duro y desde adentro a ese sistema enajenador que siempre se muestra pendiente de la individualización y el aislamiento. No es Cristina lo que les molesta compañeros, y es hora de entenderlo. Quienes les molestan somos nosotros, los militantes que creemos que la política no se construye a través de un asesor de imagen, ni un publicista, ni mucho menos una encuesta. Sino en la calle, en la universidad, en los barrios. Junto a nuestro pueblo. En proyectos colectivos.
Entonces es hora de naufragar. De subirnos al bote y navegar. Perderse una y mil veces si es necesario. Equivocarse y volver a intentar. De eso se trata la política. De nada valdría detenernos en coimeros, alcahuetes y ladrones si nuestro bote sabe hacia dónde hay que ir. Doscientos años de historia nos enseñan que las batallas por la liberación de nuestro pueblo no se consiguen de la noche a la mañana. Que somos muchos los que peleamos día a día por la felicidad de la patria y la grandeza de la Nación, pero que también son muchos los que quieren vernos derrotados de una vez por todas. No podemos darles ese lujo. Podremos perder mil batallas electorales, pero jamás la convicción. Jamás ese Sueño de una Argentina con todos, y para todos. Éste Sueño recién comienza. Nos quieren pacientes…..