Caminaba Apolillo entre los árboles y el frescor del Parque Cívico frente a la casa de Gobierno. Latitud exacta donde la paz y el quilombo se guapean cara a cara: el cantar de la brisa y las aves, de un lado; la conspiración y el ninguneo del petiso Cornejo, del otro. Reflexionaba, Apolillo, en esta inmanencia, cuando de pronto un sollozo lo interrumpe y ve a su viejo amigo Sincerón tirado sobre el pasto en posición fetal.
–¿Qué os pasa viejo amigo?-Interrogó Apolillo con el tono de una madre. Sin levantar la mirada Sincerón contestó – he sido víctima de la fiera ingratitud y la traición, agravadas por vínculo familiar...
Inmediatamente - y como un soldado enfermero que socorre a un herido en el campo de batalla - Apolillo peló de entre sus lienzos el termo con Ferné y ordenole: - Enjugad tus labios y soltad tus pesares pues se pudre lo que mucho tiempo se guarda…
Como elástico se incorporó el afligido y empinando el codo, se prendió al termo hasta oír el grito de “¡aura!”. Habiendo recuperado el alma, con voz temblorosa relató:– He militado la solidaridad, no siempre salió pero he entregado lo mejor de mí y, así y todo, mi pariente me traicionó, sacándome todo para luego arrojarme a los precipicios del olvido…
La patria es el otro – reflexionó en voz alta Apolillo al escuchar tal relato, mientras a lo lejos miraba como un ave de rapiña arrebataba el algodón de azúcar a una pequeña, y prosiguió: Nadie es tan capaz de agradecer como quien ha emergido del reino de la noche. El loco Camus decía que la gratitud es la memoria del corazón. Si la gratitud virtud, la ingratitud es un vicio condenado por todas las religiones del mundo… ¿Y por qué mucha gente no está dispuesta al agradecimiento? Pues mi querido Sincerón, esto se debe a la falta de educación en la humildad, a laenfermedad del egocentrismo y a la envidia…
- Pero encima me cagó… - exclamó Sincerón mientras miraba con ojos llorosos el termo …
- ¡qué favor le habré hecho yo a éste para que me trate tan mal!, decía mi abuela – replicó Apolillo, - Existe una “clase” que tiene una distorsión neurótica que la hace creerse merecedora de todo; siempre “quieren más” y esa eterna insatisfacción los hace desembarcar en la península del “gataflorismo. El soberbio, el orgulloso en grado superlativo, posee tal amor propio que puede llevar a cabo esa desgraciada transformación: pasar de la necesidad a la ingratitudy el rencor hacia su benefactor… El desagradecido es la víbora infiltrada en el paraíso… es el bicharraco que irrumpe, rompe e interrumpe el vínculo de comunidad entre los seres … Pero ese egoísmo y egocentrismo les impide albergar algo vital para la supervivencia: la función de “recordar”, es decir, volver a pasar por el corazón…y al quedar inválido de “recordar” lo deja ante el peligro de repetir los errores…
- Aaa pero es medio pelot..– soltó Sincerón; pero Apolillo ya en éxtasis comenzó a cantar con aguda y tenebrosa voz de niña :
En el país de Nomeacuerdo,
doy tres pasitos y me pierdo
Un pasito para atrás,
y no doy ninguno más
porque ya, ya me olvidé
dónde puse el otro pie…
dónde puse el otro pie…