Usar la palabra es usar la inteligencia. Resulta indispensable discernir de qué modos se habla, ya que los significados socialmente establecidos inciden en la construcción de las identidades. Cada uno de los modos de narrar supone espacios de construcción colectiva, por eso usar la palabra tiene un riesgo. O, sin duda, una enorme responsabilidad.
A lo largo de la historia las palabras van mutando su valor; algunas pasan de moda; otras son reemplazadas; y otras aparecen irrumpiendo en el lenguaje cotidiano. Las palabras no tienen la culpa. No son las palabras, son las personas. No son las palabras, es el tono con que se dicen, es el trasfondo político con que se dicen, son los tiempos en las que se dicen.
Acá nos ocuparemos de la palabra “militante”. Tanto la palabra "militar" como la palabra "militante" tienen el mismo origen, "milicia". Milicia, del latín, quiere decir: 1) arte de hacer la guerra y de disciplinar a los soldados para ella, 2) servicio o profesión militar, 3) tropa o gente de guerra. Deriva de "mil", el número ideal del ejército romano. El ejército, como entidad social, nace en Roma, y está compuesto por el pueblo organizado para la guerra. De donde se desprende, que en un principio, militares y militantes, todos ellos son parte del pueblo, estaban del mismo lado.
Militar es una persona que se prepara para la guerra y está dispuesto a defender su Patria en caso de ser necesario. Militante es el miembro de un partido o un movimiento que participa activamente defendiendo la causa.
Los tiempos políticos hicieron cambiar la percepción de la palabra. En los 70, ser un militar era prestigioso, socialmente hablando, y denigraba el hecho de ser un militante. En los 90 ambos conceptos parecían olvidados. A partir del 2003 la palabra militante revivió con prestigio y durante el 2016 vuelve a utilizarse en tono peyorativo. ¿Por qué la misma palabra cambia su significación en el tiempo? Porque cambió de manos el poder.
Es la hora de definir qué es ser militante:

Militar es abrazar una causa de construcción colectiva. La militancia no descansa, no traiciona. Se milita todos los días, hasta el último día de nuestras vidas, ayudando al otro. El militante, es un soldado defendiendo la Patria y trabajando para construir una sociedad más justa con oportunidades y derechos para todos. El militante, está en la calle, codo a codo con la gente, en el kiosco, en la plaza, en la escuela, manejando un colectivo, en la universidad o en una fábrica. El militante está en cada rincón de la Patria y donde está el militante hay una trinchera lista para defendernos del enemigo del Pueblo. Entonces decir que el “Pro” tiene militantes es casi rozar el absurdo, un partido liberal que excluye a la mayoría y beneficia a un sector muy pequeño de la sociedad, no tiene militantes, en todo caso tiene seguidores.
A lo largo de la historia cambia el valor de la palabra, pero no podrán jamás cambiar la “esencia” del militante, su arte, sus sueños, su incansable lucha para construir una Nación libre, soberana y justa.
El 17 de noviembre es el “DÍA DEL MILITANTE PERONISTA” es un homenaje a los miles de compañeros que sufrieron persecución, cárcel y exilio, que arriesgaron sus vidas y en muchos casos las perdieron, por traer a Perón de vuelta a su Patria. Ese día hasta el cielo lloraba de alegría porque el “luche y vuelve” sintetizaba el retorno de Perón y el Pueblo al poder.

Vaya pues el saludo para todos los militantes en su día, para que el recuerdo de aquella fecha les fortalezca el ánimo y los ilumine para aportar lo mejor de sí, en el ámbito en que a cada uno le toque actuar. Y también el recuerdo respetuoso para aquellos que cayeron en el camino, justamente por abrazar la militancia, y por sentirla como una elección de vida, asumiendo todas las consecuencias.
El pueblo argentino tiene un destino extraordinario que realizar en la historia de la humanidad y ésta será mejor o peor en la medida en que nuestro pueblo sepa cumplir con su deber histórico. Es necesario que cumplamos ahora nuestro deber, pensando que sobre nosotros descansa también, en mayor o menor grado, la felicidad del mundo venidero. Semejantes tareas, sin sentido para los que no ven en todo nada más que el resultado de fuerzas económicas y materiales, tienen fundamental importancia para nosotros, para quienes seguimos creyendo en los destinos eternos del hombre y de la humanidad.


Hoy, los queridos cabecitas negras sabemos que el peronismo fue, es y será, si continúa fiel a sus esencias y desarrolla su entraña revolucionaria, el movimiento de redención social más formidable que ha conocido nuestra Patria. Haciéndonos pueblo, luchando con austeridad, honestidad y grandeza junto a los humildes por la liberación nacional y la defensa de la Patria grande.
A 44 años del regreso del General, se sigue escuchando en las calles “¡aquí están, estos son, los soldados de Perón!” y sin dudas, ese es el mejor homenaje para el primer militante del Pueblo argentino.