Gobierno de Mendoza

"Cornejismo, Macrismo y Movimientos Sociales: otra vez a ensayar resistencias." Por Oscar Soto




Los agitados días de mediados de diciembre de 2001, se transformaron en el telón dramático de la escena política para darle la bienvenida al nuevo milenio, que se presentaba conflictivo y doloroso. En un mes convivieron por un lado, la iniciativa del campo popular - numerosas organizaciones sociales encabezadas por la CTA encararon los días 14, 15 y 16 de diciembre una masiva consulta popular del Frente Nacional Contra la Pobreza (FRENAPO)-, por el otro, el descalabro de la estructura política y la representación de las instituciones gubernamentales –el saldo de 19 y 20 de diciembre de 2001, fue ni más ni menos, que muerte y represión.



Vale la pena traer a la memoria la última gesta de resistencia popular, la de 2001, entre otras cosas porque las identidades políticas que se empiezan a configurar allí, son los actores centrales del reparto de esta nueva escena política que vivimos hoy: el kirchnerismo como expresión de gran parte de los sectores populares movilizados: lo nuevo queriendo nacer, y el macrismo, como empeño de lo viejo que se resiste a morir -aunque la manera de presentarse parezca un estreno novedoso al que nunca asistimos-. 


El 2001 al que creíamos que no volveríamos, salvo para reivindicar el recuerdo y las metáforas de la historia, se vuelve a presentar como momento de reflexión y lectura política: 

¿dónde están los partidos políticos “populares” cuando el pueblo sufre las consecuencias?, 

¿cómo se articula la rabia ante los atropellos “desde arriba”?, 

¿qué rol le cabe a las movimientos sociales en los contextos de retroceso?, 

¿cuánto se puede avanzar con el campo popular segmentado y divido? 

¿Hasta qué punto la espontaneidad de los reclamos puede construir solidaridad y procesos orgánicos para hacerles frente a los gobiernos neoliberales? 

¿Se deben ir todos o alguien debe quedar? 


No intentamos dar aquí, respuestas a cuestiones que en la práctica estamos viendo cómo abordar, pero si preferimos pensar nuevamente en dos claves importantes para entender lo que nos pasa. 


El giro a la izquierda en muchos países de América Latina, no puede ser entendido sin la práctica de los movimientos sociales que impugnaron al neoliberalismo, aún cuando la cultura, la política y la economía decían que debíamos ir hacia ese lugar. 

La dinámica destituyente de la protesta social abrió paso a cambios importantes en toda la región. Se inauguro así, un proceso instituyente de la política, que nos colocó frente a gobiernos de signo popular, cargados de contradicciones pero comprometidos con no bajar los niveles de la demanda social -casi todos estos gobiernos se enfrentaron al reclamo de PAN y TRABAJO-.



Mendoza resistiendo 


Mientras tanto, a medida que partidos políticos nacionalistas y revolucionarios recuperaban su rumbo de tradición nacional y popular, en otros espacios, el liberalismo se constituía en la identidad predominante. Esto explica en parte las disputas internas del peronismo y la deriva macrista de la Unión Cívica Radical. 


Llegados al gobierno Mauricio Macri y Alfredo Cornejo, los sectores concentrados del país comienzan ensayar su poder instituyente una vez más: limitar paritarias, salarios a la baja, inflación, tarifazos y una delicada forma de fundamentar el ajuste por razones de “racionalidad y sentido común” (los pobres no pueden pretender que dure toda la vida la bonanza de los celulares, los viajes y las tarifas a precio normal). 


Frente a este nuevo panorama, la historia, caprichosamente, se vuelve a repetir. Ante el silencio de muchos funcionarios opositores, intendentes, legisladores (las sanas excepciones deben contarse también), nuevamente la calle, los movimientos sociales, las centrales de trabajadores, los gremios y las organizaciones populares, vuelven a dejar en claro que la lógica de poder de la derecha tiene marcados los límites de la resistencia social. 


Mendoza está ensayando formas de coordinar su resistencia, articulaciones sindicales, marchas con antorchas, reclamo a los tarifazos, frazadas en la calle como símbolo de que entramos en el frío y la llovizna larga de la historia. Esa que dura mucho tiempo y que sus secuelas se perciben en los zapatos al caminar. Veremos si logramos darnos una nueva institución de gobierno, recuperando lo conseguido y profundizando lo que falta.

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