Editoriales

"La hora de la Patria nos exije una renovación moral"



La política – puesta en su propia jerarquía y en sus propios fines - es una de las formas más elevadas del amor, porque se entrega al servicio del bien común. La actividad política tiene al amor como su fuerza determinante y de transformación.


Hechos repudiables de corrupción y que relacionan a funcionarios con la “patria contratista”, con “paraísos fiscales” o con “fondos buitres”, han conmocionado hondamente a la opinión pública.


Sin quitarle gravedad al escándalo, debemos subrayar que sobredimensionar estas anécdotas individuales o caer en el simplismo de identificar a la política con la corrupción, es acometer una grave injusticia para con las cientos de miles de voluntades que día a día salen a militar y a trabajar con mucho esfuerzo, en el anonimato y sin la magnificación de la prensa, para transformar y mejorar la realidad de los argentinos.


Es por esto que la hora nos exige responsabilidad y nos da la oportunidad para hacer una verdadera renovación tanto en la política como en el resto de los ámbitos de la comunidad, que es precisamente de donde surgen los funcionarios y los empresarios. Esta transformación no puede ser maquillada con un mero cambio de caras o de edades, o con la promulgación de un nuevo cuaderno de imposiciones jurídicas, sino que debe ser profunda y fundamentalmente en el aspecto moral. La caridad debe empezar por casa.


En contraposición, quedarnos varados en la resignación de encontrarnos frente a un experimento fracasado es estancamiento, es podredumbre y es muerte. Frente a este desafío, NOSOTROS sostenemos, tal como proclamara Francisco ante cientos de miles de jóvenes, que: “nuestro tiempo nos llama a vivir los problemas como retos, no como obstáculos”.


Debemos trabajar con lucidez, dar respuestas inmediatas, para recuperar la verdadera escala de magnitudes, y devolverles a los argentinos y a la política la proporción y jerarquía que se merecen. Debemos recuperar la conciencia de que el camino para la plena realización del “yo” y el cumplimiento de sus fines más elevados pasa plenamente por la concreción del bien general. Esta es nuestra certidumbre.


La Política es una herramienta fundamental para la vida del Pueblo. Todos tenemos que participar. Nadie puede lavarse las manos. Desde la cultura de la solidaridad, todos tenemos que dar algo. Hoy más que nunca se necesita de la capacidad creadora de todos los argentinos para volver a poner a la persona humana en el centro del proyecto político, económico y social y, no tanto como "ciudadano" o como "sujeto económico", sino como persona dotada de una dignidad trascendente.


La Argentina no necesita de vallas, muros o fronteras, sino de plazas y espacios para el encuentro. Debemos fortalecer nuestra capacidad de encuentro y de diálogo para promover la amistad social de cara al Bien Común. Hay que devolverle al Pueblo argentino la fe en su misión. Que todos sean artífices del destino común pero ninguno instrumento de la ambición de nadie.


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