Reivindicaciones

"Transformar" Por Minerva



Hay situaciones sociales, propias y ajenas, que nos ponen mal. A veces cuando uno dice “social”, pensamos en otros, pero no: lo social es el pan que comemos cada día, la nafta y el gas que usamos. Lo más cotidiano. En estos últimos meses hemos visto como cada vez el sueldo nos alcanza para menos, y como cada vez es más difícil alimentar nuestra familia o cuidarla del frío. Los derechos que habíamos ganado cada vez los estamos perdiendo más. Todo esto lógicamente nos va poniendo cada mes más tristes, nos enojamos cada vez más. Son miles de niños que están empezando a tomar leche “a veces”, son miles de madres cada vez más angustiadas. Los despidos aumentan a la vez que la ayuda del Estado disminuye. Cuando el malestar social aumenta, la desesperación y la tristeza son tantas que empieza a costar pensar salidas, enfrentar las situaciones, nos sentimos cansados, desganados. Esto no es ajeno a quienes gobiernan. 

La tristeza es una forma de dominación, porque los tristes son fáciles de manejar: están apagados, sin ganas de juntarse, indiferentes… La gente empieza a reducir su vida, sus proyectos, a la mera supervivencia. Comer lo que se pueda, dormir, trabajar si aún se tiene trabajo. Sin embargo, si bien es esperable que sintamos todas estas cosas, tenemos que recordar que la tristeza nos reduce en nuestra potencia, nos hace vivir bajito, nos hace ser mucho menos de lo que podemos ser. Y no solo dentro de nuestras casas, nos hace ser menos solidarios de lo que podemos ser con nuestros vecinos, menos exigentes delo que podemos ser con nuestros gobernantes, porque la tristeza es así, te deja cada vez más sin fuerzas. En este contexto, recuperar la lucidez, que es recuperar la capacidad de crear salidas nuevas, recuperar el coraje, y recuperar las fuerzas, poner el cuerpo, es afirmar la alegría y la vida misma.

La vida, no la mera supervivencia biológica, sino la vida como proyecto, como deseo, como potencia. Salir del padecimiento y afirmar la vida que queremos, no la que otros quieren para nosotros. Juntarnos con otros, charlar, organizarnos. Armar proyectos: huertas comunitarias, uniones vecinales; lo que sea, pero juntarnos con el de al lado, el vecino, el compañero de trabajo, el amigo, el familiar, y organizarnos.

Sostener la esperanza activa, no la que espera que otro le de lo que quiere, sino la que exige y construye lo que quiere vivir. En esta época de crisis, juntarnos es una manera de cuidarnos, de cuidar el corazón. Y eso es necesario, porque vamos a tener que resistir y crear mucho en este tiempo. Vamos a tener que dialogar y organizarnos, que sostenernos, hasta que vayamos recuperando uno a uno nuestros derechos, eso que nos merecemos y nadie nos debe quitar: un trabajo digno, un chico que pueda ir a la escuela y comer bien, una sociedad con más cuidados al otro, con más amor y menos odio. Una sociedad donde las embarazadas tengan cuidados especiales, donde los hombres y mujeres a quienes sus patrones nunca aportaron puedan jubilarse igualmente… Una sociedad para todos, donde la esperanza de cada uno vuelva a tener lugar. Una política más amorosa e inclusiva. Ese es nuestro desafío hoy: potenciarnos, sostener el deseo y la esperanza. Organizarnos. Transformar.
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