Filosofía Telúrica

"Un mensaje misterioso hallado en un libro de Marechal" por Agustín Rosenstein



     Hace algunas semanas encontré en una librería pequeña del centro, una de las pocas que la crisis económica y la pereza cultural mendocina van dejando en pie, una antigua edición de la novela “El Banquete de Severo Arcángelo” de Leopoldo Marechal. Llamó mi atención que no conocía ni había sentido nombrar jamás a la editorial que suscribe la pieza y es que, por lo poco que pude averiguar, la firma apenas duró cinco años en circulación y sólo se imprimieron ciento cincuenta ediciones de El Banquete. Mitad por convicción y mitad por compromiso ante la mirada súbita del bibliotecario que atiende el lugar y que con tal de una venta es capaz de promocionar la biografía de La Beriso, uno de esos ciento cincuenta ejemplares ahora está en mi casa. Tras hojearlo y revisar el estado en el que se encontraba, un misterioso mensaje cayó desprevenidamente al suelo. Una suerte de advertencia que alguien afortunadamente se animó a constatar. Debo decir que su mensaje no me sorprendió, aunque sí reconozco no haber podido llegar nunca a semejante análisis de la obra. Es por eso que me veo en la necia obligación de transcribirlo. 


Leopoldo Marechal
     A modo de prólogo, para quienes no hayan leído la obra del tío Leopoldo (a ellos y ellas mi desesperada recomendación para que lo hagan), arrimo ésta fabulosa historia en la que Lisandro Farías relata los preparativos y entretelones de un banquete descomunal, organizado por un maquiavélico anfitrión sin escrúpulos. El número de invitados, el lugar geográfico donde sucederá el mismo, las infinitas peripecias de organizadores y aspirantes son tan enigmáticas que hacen de ese banquete un rito digno de una secta iniciática, donde se mezclan elementos de la alquimia, el esoterismo y el cristianismo místico con un humorismo irresistible. Dos clowns que forman la estrategia de resistencia al banquete y reúnen a una Junta Opositora al viejo mequetrefe y organizador, una orquesta compuesta por una suma de dispersas individualidades que prepara el espectáculo, un astrofísico que otorga el marco científico a la celebración oligarca, hacen de El Banquete, en suma, un camino hacia la verdad de nuestra historia, poblado de marchas y contramarchas por momentos líricas y por momentos dramáticas, pero siempre marcado por la fascinante concepción de la naturaleza humana de sus personajes. 


     Habiendo aclarado ésto, y dejando firme mi humilde recomendación de leer ésta pieza majestuosa de la literatura argentina (según el Indio Solari, una obra que demuestra cabalmente que “la tradición literaria argentina no es chicharrón de vizcacha”), paso a transcribir el mensaje anónimo que en ella encontré por descuido o por fortuna, quién sabe… 



“Aquella o aquel que haya nacido aquí sabrá de antemano que compró un boleto de entrada a un festín, entenderá que el Banquete de algunos no es otra cosa que el tormento de muchos. Cualquiera que ensanche un poco sus oídos al viento, notará que a ésta orquesta no le falta nada. Acaso no podemos olvidarnos nunca de los clowns, Gog y Magog. Los bufones son nuestra primera aproximación al Banquete. Al menos son, sin dudas, nuestra primera trampa en éste laberinto: al tiempo que descubrimos su condición de bufones, ya es demasiado tarde, ya somos idiotas útiles. Idiotas útiles o inútiles, el Vulcano en Pantuflas y su troupe de aduladores celebra como un espectáculo íntimo sus andanzas revolucionarias: su labor anti-yrigoyenista en el 28’; su silencio en el golpe del 30’; sus berrinches en el 45’ cuando los ofuscaba no entender el inglés de Braden; la escaramuza de la Junta Consultiva en el 55’; los bufones siempre serán la joya del Banquete… Pasaron más de 60 años, aun así la historia repite y asigna los mismos roles una y otra vez. Las proclamas apócrifas siguen su curso, el espectáculo privado sigue siendo bien recibido entre aplausos y risas en la sala común del Viejo y su troupe, y la Junta Opositora recupera siempre su papel protagónico en la preparación del festín.



¿Acaso sólo podemos tener en claro que la tarea de los clowns no es luchar contra los sistemas jerárquicos de explotación y absolutismo propios del Banquete sino educar a sus participantes en cuestionar pistas conspirativas de un laberinto para, posteriormente, perderse en los caminos de los partidos del orden y volver a comenzar su tarea opositora?… quizás. ¿Puede entenderse al Vulcano Oligarca como la tesis del banquete considerando a los bufones la antítesis opositora al mismo llegando así a la síntesis neoliberal de Pablo Inaudi y sus parábolas de seminario hippie?… tal vez. Lo que sí debemos tener en claro es que nunca podemos desconfiar de la celebración del Banquete. Las maniobras de la Junta Opositora son tan repetitivas como eficientes, sus laberintos de experiencia revolucionaria constituyen la maquette de un festín macabro, una celebración de goce oligarca. Ignorarlos es el peor de los errores, ignorarlos significa reconocerlos como parte del Banquete, y la verdad es que ellos no son parte del Banquete sino un espectáculo de distracción propio del Viejo Fundidor. Una vez que entramos en su juego, nos convertimos en idiotas útiles, en organizaciones de piojos y de nadas, sumisos a ser devorados con total relajación por el Banquete y las promesas de prosperidad del gurú Pablo Inaudi.”


Buenos Aires. Agosto de 1989


     







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