“No andes sola”, “dónde habrán estado esos padres”, “seguro se fue
con algún pendejo por ahí”, “siempre andaba buscando que le pase algo”, “y para
qué viajan solas”.
¡No señoras muy señoronas y señores muy aseñorados!
Desde que somos así (sí, figúreselo entre los dedos) así de chiquitas, que nos llenan de miedo. Nos tenemos que acostumbrar a las barbaridades que nos gritan por la calle, pero si contestamos con las mismas groserías no merecemos llamarnos mujer. Si somos abusadas, todxs se compadecen, pero sobran lxs que creen que “andábamos provocando”. Si nos golpean, seguro es porque le metíamos los cuernos a nuestros compañeros.
A nosotras, las mujeres, nos cuesta mucho más ser todo lo libre que
desearíamos. Porque en este sistema patriarcal no tenemos tanto derecho a
salir, a divertirnos, a conocer a un pibe y luego a otro y luego también a
otro. Tampoco podemos emborracharnos. Ni abortar. Ni elegir el destino para
irnos de vacaciones. Ni el largo de nuestras polleras o la profundidad de
nuestro escote.
Sabemos que cada 30 horas muere una de nosotras, víctima de
femicidio –o femicidio vinculado- pero hoy en Mendoza, vuelven a tener nombres.
Se llaman Janet y Julieta. Y sí, son hijas, madres, hermanas, amigas,
compañeras de trabajo de cualquiera de nosotrxs. De todxs nosotrxs. Y el dolor
que nos generan estas muertes se traduce nuevamente en lucha, que
necesariamente debemos dar en las calles a fin de visibilizar la problemática,
de exigir por una justicia libre de prejuicios machistas y misóginos. Pero que
de ninguna manera termina ahí, sino que implica también profundizar la
discusión de forma tal que podamos desterrar cualquier práctica arraigada en el
machismo. En el machismo que se construye en hogares de hombres y mujeres que
luego se va replicando en los diferentes espacios por los que transitamos.
No hace falta que andemos solas.
No es necesario que nuestros padres sepan exactamente qué estamos
haciendo.
No andamos troleando.
No vamos buscando el peligro.
No viajamos solas porque nos gusta hacernos las independientes.
Nos agreden, nos abusan y nos matan porque abundan quienes creen que
somos un objeto, que pertenecemos a la propiedad privada de un nadie, que
salimos de la costilla de no sé quién, porque tenemos que ser buenitas y
sumisas, porque tenemos que ser mujeres de nuestro hogar, porque salimos a
laburar cuando no lo necesitamos, porque no hace falta que nos eduquemos.
Seguiremos luchando por hacer caer el patriarcado, para continuar construyendo
otras masculinidades. Para que sepan que si nos tocan a una, nos tocan a todas.
¡Vivas nos queremos!