Ernesto Andradas y su esposa Olga Migorena |
El jueves 16 de junio de 1955 – día del bombardeo contra la Casa Rosada y la Plaza de Mayo – se concretó el atentado terrorista más grande sufrido por la República Argentina. Durante seis horas, pilotos de la Aviación Naval y de la Fuerza Aérea asesinaron a más de 350 personas, hiriendo y mutilando a otras 845. Hubo más daño material y humano que en el atentado a la embajada de Israel (1992 - 29 muertos y 242 heridos) y que en el Atentado de la Amia (1994 - 85 personas asesinadas y 300 heridas). Ese 16 de junio - en Buenos Aires - hubo más muertos que en el bombardeo a Guernica...
El escenario - de aquel jueves 16
de junio de 1955 - fue el siguiente: aviones atacando a mansalva a la capital de
su propio país, bombas y ráfagas de metralletas contra la
población civil indefensa. Todo sin ningún tipo de declaración previa. La
Argentina no estaba en guerra con ningún país, ni había una guerra
civil.... Ese jueves no era un día normal. Había una multitud congregada. Estaba previsto un acto oficial multitudinario en desagravio de la bandera que unos días antes había sido quemada por un grupo opositor al Peronismo. 9.500 kg de bombas, bombas de fragmentación de trotyl, miles de balas 7,62 y 20 mm cayeron sobre la población pacíficamente reunida.
Una de las excepciones a la traición y a la vergüenza de las “fuerzas aéreas”, fue el joven teniente Ernesto Jorge Adradas, que con su acto de lealtad y cumpliendo órdenes, salvó a miles de personas y evitó, que la Fuerza Aérea Argentina, tuviera un bautismo de fuego regado con la sangre de compatriotas indefensos. Adradas era un teniente de 25 años cuando combatió contra los aviones que atacaban la Plaza de Mayo en 1955; hasta entonces nunca se había pronunciado políticamente en favor o en contra del gobierno peronista, solo estaba siendo leal a los poderes legítimos. Su militancia en el peronismo, comenzó luego de muchos años de persecuiones, según contó su esposa en una entrevista.
teniente Ernesto Jorge Adradas |
Las crónicas señalan que el ataque sangriento comenzó - a las 12:40, hora pico - con la descarga de dos bombas por parte del capitán de fragata Néstor Noriega al mando de un Beechcraft AT11. Ante la primera oleada de bombardeo, el comandante en jefe, brigadier Juan Fabri, dispuso que una escuadrilla de aviones partiera de la base de Morón con la orden de derribar todo avión que se encontrara en el aire. La escuadrilla se formó con el primer teniente Juan García, el primer teniente Mario Olezza, el primer teniente Osvaldo Rosito y el teniente Ernesto Adradas. El comodoro Soto dirigió el ataque desde la torre de control.
Cuenta el documentalista Alejandro Covello: “Se bajó de la aeronave cansado, esperando mas órdenes…fue felicitado por el Vicecomodoro Perez Laborda, el médico militar lo encontró sobre excitado y recomendó no asignarle otra misión. No había compañeros, un mecánico que corrió a su encuentro logró decirle: Jefe los marinos están entrando con gente nuestra para tomar la base, escóndase porque estos asesinos lo van a querer matar…" Efectivamente pilotos golpistas comenzaban a tomar prisioneros a los leales. Adradas fue advertido de que lo estaban esperando para matarlo. Finalmente, en horas de la tarde, la sublevación fracasó y el "muñeco" Andradas salvó su vida gracias a un armario que lo mantuvo escondido durante cuatro horas.
En septiembre de ese mismo año, otro intento de golpe de Estado - finalmente - terminó derrocando al presidente constitucional Juan Domingo Perón. La Marina bombardeó - con sus buques de guerra - las ciudades de Mar del Plata, Camet y Ensenada. El Muñeco Adradas volvió a combatir contra los buques, que amenazaban con cañonear la destilería de YPF, y que habrían desruido las ciudades de Berisso y La Plata.
La renuncia de Perón, estuvo directamente relacionada con las graves consecuencias de una guerra civil: “Yo no caí del
gobierno. Yo me fui para evitar un enfrentamiento entre argentinos. Mi decisión
fue siempre de no reprimir. No lo hice con los responsables del Bombardeo a
Plaza de Mayo, que les correspondía la pena de muerte, según la Ley 14.117.
Ante la amenaza de una guerra civil y destruir a los bienes inestimables de la
nación y provocar la muerte de poblaciones inocentes, creo que nadie puede
dejar de deponer otros intereses y pasiones”.
Tras el golpe de setiembre de 1955, Adradas fue preso durante varios meses, juzgado por un tribunal militar y condenado por “haber derribado un avión y hacer proselitismo activo”. El Muñeco pidió el retiro, que le fue concedido en abril de 1956.
Al poco tiempo de salir, Andradas fue secuestrado en un bar cerca de la estación de tren de Ituzaingó, lo golpearon salvajemente y le simularon un fusilamiento. Al otro día, unos vecinos, alertados por los ladridos de un perro, lo rescataron en un baldío, lastimado y sangrando.
Una vez retirado de la Fuerza Aérea, trabajó como remisero, fumigador aéreo y, más tarde, pudo ingresar a Aerolíneas Argentinas. En sus años de piloto internacional tuvo un papel relevante en la resistencia, llevando correo clandestino a Puerta de Hierro, donde residía Perón en su exilio. El 20 de junio de 1973 el General Perón lo eligió como tripulación del Boeing 707 que lo traería definitivamente a su Patria.
Adradas falleció en 1984, con tan solo 55 años. Recién en el año 2016, su ciudad natal, Roque Pérez, le brindó el primer reconocimiento institucional. Ese fue el primer homenaje a un héroe que salvó miles de vidas y a la Fuerza Aérea de un bautismo vergonzoso.
REINVINDICACIÓN HISTÓRICA
Durante décadas, el "Bombardeo a Plaza de Mayo" permaneció como un hecho olvidado. Recién en 2005, por iniciativa del Presidente peronista Néstor Kirchner, la Secretaría de Derechos Humanos inició una investigación sobre el ataque del 16 de junio de 1955. Luego, en 2008, durante el mandato inicial de Cristina Fernández de Kirchner, se inauguró el primer monumento oficial en homenaje a las víctimas del Bombardeo, ubicado en las inmediaciones de la Plaza de Mayo. Un año después se sancionó la ley 26.564, que otorgó el derecho a percibir indemnizaciones a las víctimas del vergonzoso ataque.