Ceocracia

"EL DÍA QUE APAGARON LA LUZ" por Agustín Rosenstein



          Durante la denominada “Noche del Apagón”, entre el 20 y el 27 de Julio de 1976, la última dictadura cívico-militar escribió el capítulo mas sangriento de la historia de la provincia de Jujuy. Durante el hecho, fueron secuestradas 400 personas, de las cuales - hasta el día de hoy - muchas se encuentran desaparecidas. Testimonios de habitantes del lugar cuentan que la noche en la que se produjeron los cortes, todxs creyeron que se trataba de un simple corte de suministro, quizás producto de algún desperfecto técnico o un arreglo en las instalaciones, hasta que comenzaron a escuchar los ruidos del horror: autos frenaban y arrancaban, puertas golpeaban y se abrían a patadas, gente gritando en las calles, estruendos... Recién al día siguiente alcanzaron a comprender lo que estaba sucediendo: el gobierno militar, en complicidad con el principal grupo económico de la provincia (Blaquier), secuestraron, torturaron y desaparecieron a cientos de trabajadorxs, estudiantes, militantes; básicamente, sectores de la sociedad que presentaban algún tipo de “amenaza” a la norma política y moral que se pretendían instalar.



           Hoy, a 41 años del hecho, podemos decir sin temor a exagerar que aquella norma que se pretendía establecer no era otra cosa que un "programa político-económico" que no cerraba sin el plan sistemático de represión y persecución que le precedió. Un claro ejemplo de ésto, para entender mejor la participación de Blaquier, es la decisión (primero del presidente Onganía y posteriormente de Videla) de beneficiar obscenamente la producción azucarera del ingenio "Ledesma", perjudicando y cerrando los principales ingenios de la provincia de Tucumán. Ésto trajo consecuencias muy predecibles: gran parte de la masa de trabajadorxs de los ingenios tucumanos tuvieron que migrar a la provincia de Jujuy buscando otra oportunidad laboral, oportunidad que les fue dada bajo estándares mínimos de derechos laborales y condiciones de trabajo inhumanas. Como no podía ser de otra forma, la nueva masa de trabajadorxs comenzó a tener gran participación en la discusión sindical. Una vez instalado el "programa económico" en favor de quienes concentraban la riqueza, no bastó más que un “apagón”.  Cientos de trabajadorxs quedaron en plena oscuridad...



          Pocas ideas creo haber aprendido con tanta vehemencia en la facultad de Ciencias Sociales como una en principal: la historia se repite - sin caer en anacronismos ni analogías berretas - y se repiten los escenarios de conflicto entre los distintos modelos de acumulación. Lo que nos desvela profundamente es la triste condena de ver al "poder hegemónico" actuar una y otra vez de la misma manera, con los mismos métodos y con las mismas estrategias. Hoy nos encontramos frente a un Gobierno que instala el mismo modelo económico de aquellos oscuros años. Diría el compañero Walsh: MISERIA PLANIFICADA: favorecer a los centros de poder económico a través del mercado de valores y la especulación financiera a costa del hambre y el sufrimiento de las grandes mayorías. Un "aparato propagandístico" -nunca antes visto - es la clave para diferenciar que éste Gobierno no necesita un cese total de las "garantías constitucionales" para hacerse del poder, sino que por el contrario, logra ser electo por una escasa mayoría de la sociedad. Escasa sí, pero mayoría al fin.



          Una vez más, es impensado que un Gobierno lleve adelante el actual plan sistemático de miseria sin una "estrategia represiva y de persecución" que lo silencie y lo disfrace. Silenciar al periodista Roberto Navarro no es más que parte de la misma estrategia, apagar la luz. Poner a absolutamente todos los "medios masivos de comunicación" al servicio de tal programa político, pero sin hacer mención de él, sino simplemente dirigiendo el "centro de atención" hacia asuntos superfluos y banales. La desaparición forzosa de Santiago Maldonado y la inexistente preocupación del Estado Nacional en buscarlo (¿DÓNDE ESTÁ SANTIAGO MALDONADO?), la reforma de flexibilización laboral, que se avecina, junto con las de Educación y de nuestro Sistema Previsional preparadas para fin de año, sumado al plan sistemático de ajuste brutal que vienen llevando a cabo desde Diciembre del 2015, son los temas que evidentemente quieren ocultar con semejante apagón informativo.



          Como en aquél frío y oscuro Julio de 1976, requieren que se apague la luz para que la sociedad no sepa lo que está pasando, o peor aún, que no lo vea hasta que sienta los ruidos del horror. Desarticular cualquier intento de organización popular, oscurecer las esperanzas e instalar un "estado de guerra" de todos contra todos. Criminalizar a aquél o aquella que piense diferente; instalar un sentido común de "mérito" donde todo esfuerzo o fracaso siempre depende exclusivamente de aptitudes personales. Las cartas para instalar la “Miseria Planificada” - que bien describe el maestro - están sobre la mesa. Las nuestras también, y no son más ni menos que convocar a todxs aquellxs que forman parte de esa mayoría saqueada en beneficio de los grupos económicos concentrados, y que hoy se encuentran a oscuras por una "forma de gobierno" que solo encuentra razón de ser en la técnica del “apagón”; silenciando, persiguiendo y criminalizando. Romper la oscuridad con todas las herramientas que tengamos disponibles, llegar con nuestra opinión a la mayor cantidad de personas que sean posibles, sin practicar ninguna virtud individual más que la empatía. Explicar cuantas veces sea necesario que dicho apagón no se debe a otra cosa que al plan sistemático de miseria que tienen preparado nuevamente para el pueblo y la clase trabajadora.



           Creo central detenernos en un punto de análisis: el enemigo se hace de todas las herramientas que tiene disponibles para dejarnos a todxs a oscuras, sin siquiera poder entender lo que está sucediendo. Es la estrategia de siempre, la que utilizan los gobiernos que no pueden desarrollar un "programa político" de cara a las personas porque es ese mismo programa político el que viene a destruirlas, a desanimarlas, a desintegrarlas, a instalar la miseria. Ahí debe estar nuestro campo de batalla, en plena oscuridad poder encender un poco de luz, un destello de amor que rompa con tanto aislamiento. Para eso es menester volver a la idea fundamental de aquellxs compañerxs que pusieron el cuerpo en los momentos de mayor oscuridad de nuestra historia, quienes nos enseñaron que cuando oscurecieron todo, no podemos darnos el lujo de detenernos en discusiones que solo generan mas oscuridad y aislamiento. La oscuridad es el ámbito de batalla preferido de los monstruos, ahí es donde toman las dimensiones que quieren y dicen las cosas que le plazcan, con total impunidad. Ahí es donde pueden moverse tranquilos. Nuestra batalla está ahí, correr el velo lo suficiente para que, como en un flash, quede desnuda su mentira: “Lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes, y lo que omiten son calamidades”.  
   

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